Con estos preceptos de diseño queda patente que los requerimientos lumínicos de un espacio están directa e indivisiblemente relacionados con las condiciones estéticas y funcionales. Y es por ello que al acometer un proyecto de alumbrado de interiores el tratamiento de la luz natural y la selección, ubicación, método, color y orientación de las fuentes de iluminación artificial, deben estar en firme, compromiso con la finalidad del recinto. Además otros factores como la severidad del trabajo visual, las limitaciones decorativas y las condiciones económicas, marcarán las necesidades, efectivos, restricciones y los medios para lograr el fin perseguido.
Para ilustrar con ejemplos, el alumbrado arquitectónico comprende las instalaciones necesarias para que los materiales de iluminación artificial dejen de ser un accesorio, pasando a ser parte componente del mismo.
Independientemente de su ubicación y de su finalidad, la conjunción entre estética y técnica debe estar siempre presente. Para ello el conocimiento del material tangible ha de ser de extrema importancia, para que la conjunción con el intangible conforme una alianza perfecta. La iluminación arquitectónica abarca desde los alumbrados ocultos hasta las ventanas artificiales, pasando por todo el muestrario de dispositivos empotrados en el habitáculo tridimensional que envuelve el ambiente objetivo del estudio.
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